El Jueves Santo en el ZUL no es un día cualquiera. Es una fecha cargada de expectativas, una tradición que cada año se supera a sí misma, convirtiendo esta jornada en una de las más especiales para los auténticos zuleros. Este año, la anticipación se duplicaba: no solo era el día en que se celebraba la visita anual del renombrado Ben Sims, sino que, por primera vez, el evento adoptaba un formato open air, prometiendo una experiencia sin precedentes bajo el cielo de Cantabria.
Desde las primeras horas de la mañana, la promesa de un día inolvidable ya se vislumbraba. Contrario a las jornadas lluviosas que habían caracterizado la semana, el Jueves Santo despertó soleado, como presagiando la magia que estaba por desplegarse. Para los verdaderos zuleros, esta no era una cita más: era el pistoletazo de salida, marcando el inicio de una temporada de open airs que se extenderá hasta bien entrado Septiembre, siendo la siguiente fecha a la vista Locos x el Musicón.

Llegamos al ZUL poco después del mediodía, justo cuando la atmósfera de expectativa comenzaba a transformarse en euforia palpable. La música ya resonaba, atraídos por su llamada, nos sumergimos entre una multitud que compartía nuestro mismo fervor. La escena presentaba un mosaico de caras conocidas y nuevas, todas unidas por la promesa del día que estaba por venir.
La apertura oficial del evento tuvo lugar las 12:00, pero fue sobre las dos de la tarde cuando nosotros llegamos y comenzamos a sentir la magnitud del día. El parking, ya lleno, y la música que se filtraba hasta el asfalto, nos confirmaron que habíamos hecho bien en no perdernos este momento. Aunque nuestro corazón siempre pertenece a la sala principal, esta vez decidimos entregarnos a la experiencia del open air, donde el sonido, perfectamente calibrado, nos aseguraba que no podríamos haber elegido mejor.
Breaking the Night fue el encargado de dar el pistoletazo de salida, su warm-up en la carpa preparó el terreno para lo que sería un día lleno de sorpresas musicales. A medida que el ritmo nos envolvía, Adrian Oblanca tomó el relevo, marcando el compás con un set que nos recordó por qué ZUL es el santuario del techno en Cantabria. La aparición de Deniro fue, sin duda, uno de los puntos álgidos de la tarde. Por primera vez en ZUL, el DJ holandés no decepcionó, ofreciendo un set que preparó a la perfección el ambiente para la estrella de la jornada. A medida que el reloj marcaba las las siete, la atmósfera se cargó de una expectación eléctrica; era el momento de Ben Sims, el maestro del techno, de tomar el escenario. La pista, ya abarrotada, vibraba con la anticipación de los asistentes, todos reunidos para no perderse n un segundo de su set. La dedicación y la pasión del público eran palpables, cada persona presente compartía un mismo sentimiento de entrega total a la música que estaba por inundar el acantilado.
Ben Sims, con la destreza que lo caracteriza, no tardó en sumergirnos en su universo sonoro. Su set, una verdadera odisea de dos horas, nos llevó por un viaje a través del espectro del techno, sin discriminación alguna entre el groove más envolvente y los ritmos más intensos. La selección musical de Sims fue impecable, destacando temas como “Jack Smooth - Innervision”, “Hurdslenk - Falsa Pretence” y “DJ Deep - Qué está pasando.”, cada uno añadiendo una capa más a la rica textura de la noche.
A medida que la sesión de Ben Sims avanzaba, una mezcla de euforia y nostalgia nos envolvía. A pesar de encontrarnos en una especie de trance inducido por el poder del techno, un escalofrío repentino nos recordó que había más por explorar. La sensación de estar completamente sumergidos en la música de Sims era abrumadora, pero el llamado de la sala principal, nuestro "querido Zul", se hizo irresistible. La decisión de abandonar momentáneamente el open air fue difícil, pero necesaria; era hora de reencontrarnos con otro aspecto de la magia de ZUL.
Al adentrarnos en la sala principal, nos recibió Carlos M, o como preferimos llamarlo, Carlos Temazos, quien con su selección de clásicos y novedades del techno mantuvo la energía en lo más alto. Su habilidad para conectar con el público transformó la sala en un epicentro de pura celebración techno.

Tras una inmersión profunda en los ritmos de nuestro amado ZUL, decidimos regresar a la carpa, ansiosos por no perdernos la sesión de Carlos Pérez. Sin embargo, el día estaba lleno de sorpresas, y nuestro vaivén entre el open air y la sala principal nos llevó a presenciar un B2B sorpresa entre Iscom e Iker Domaica. Esta sesión, cargada de sonidos duros e industriales, fue un regalo inesperado. Ver a ambos DJs, conocidos por su afinidad con el lado más robusto del techno, compartiendo cabina fue un espectáculo en sí mismo. La pista, lejos de estar saturada, nos ofreció el espacio perfecto para dejarnos llevar por la música.
Conforme avanzaba la noche, el ambiente se intensificaba. K-style, siempre un pilar en ZUL, daba paso nuevamente a Iker Domaica, quien desde el primer beat estableció el tono con su inconfundible Hard Techno. Su set fue una declaración, una muestra de la esencia pura del género que tanto caracteriza sus actuaciones. La energía en la sala se disparó a niveles estratosféricos, acompañados por los vibrantes bailoteos al estilo Patrick Mason, brindando no solo un espectáculo sonoro sino visual.
En un día como este, normalmente nos sentiríamos inclinados a cerrar la noche en la sala principal, sumergiéndonos en la esencia de ZUL. Sin embargo, habíamos hecho un pacto: este Jueves Santo sería diferente; queríamos vivir el open air hasta el último momento. David MK, el cerebro detrás de inolvidables noches en el Newguass, tomó el mando para el cierre. Su sesión, extendida más allá de la hora acostumbrada, fue la cereza del pastel en este día único.
El día en ZUL culminó, pero no como un final, sino como el eco de una promesa de más momentos como este. Música excepcional, compañía inigualable, y recuerdos imborrables marcaron otro capítulo memorable en nuestra historia con ZUL. Un Jueves Santo que se convirtió no solo en la celebración de la visita anual de Ben Sims, sino en una odisea musical que redefinió nuestra experiencia de la música electrónica. Nos despedimos de ZUL, no con nostalgia, sino con la anticipación de lo que el futuro nos depara en este santuario del techno.
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